Читать книгу La Reina Roja онлайн | страница 31

—¡Tenemos que irnos! —grito, y me paro apresuradamente.

Gisa ya corre delante de mí, hacia la Puerta del Huerto.

—¡Qué lista! —grita por encima del hombro.

No puedo evitar voltear a la plaza mientras la sigo. Una turba de Plateados llega en tropel, y busca entre los puestos como lobos hambrientos. Los pocos Rojos que quedan se encogen de miedo en el piso y piden compasión. Y en la fuente de la que acabo de huir, un hombre de cabello anaranjado flota bocabajo.

Mi cuerpo tiembla, cada nervio de mí se enciende en llamas conforme avanzamos a empujones hacia la puerta. Gisa me toma de la mano y abre paso para ambas entre la multitud.

—Quince kilómetros hasta casa —murmura—. ¿Lograste lo que querías?

El peso de la vergüenza me aplasta mientras sacudo la cabeza. No hubo tiempo. Apenas alcancé a marchar por la avenida antes de que empezaran las noticias. No pude hacer nada.

Gisa pone cara larga, que se dobla en una arruga diminuta.

—Ya se nos ocurrirá algo —dice, con un tono de voz tan desesperado como yo me siento.

Pero la puerta se eleva delante de nosotras, se acerca a cada segundo. Esto me llena de pavor. Una vez que la atraviese, una vez que abandone este lugar, es un hecho que Kilorn tendrá que irse.

Y creo que es por eso que ella lo hace.

Antes de que yo pueda detenerla, sujetarla o jalarla, la hábil manita de Gisa se escurre en la bolsa de alguien. Pero no de cualquiera, sino de un Plateado que busca ponerse a salvo. Un Plateado con ojos de plomo, nariz dura y hombros anchos que parecen gritar: “No te metas conmigo”. Gisa podrá ser una artista con el hilo y la aguja, pero no es una carterista. Él tarda un segundo completo en darse cuenta de lo que ocurre. Y entonces alguien levanta a mi hermana de la superficie.

Es el mismo Plateado. Aunque ahora son dos. ¿Gemelos?

—No es un buen momento para hurgar en los bolsillos de los Plateados —dicen al unísono.

Y luego son tres, cuatro, cinco, seis, los que nos rodean entre la gente. Se multiplican. Este Plateado es un clonador.


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