Читать книгу Cuentos de Asia, Europa & América онлайн | страница 98

Y ahora esos documentos le otorgan la cosecha al babu Chaitanya.

En algún momento de la historia, todas las propiedades de este distrito habían sido propiedad mía y de mis parientes y amigos. Hay documentos más viejos que lo sustentan.

Pero los documentos han cambiado. Es asombroso. Parecen seres vivos, como camaleones. ¿Cómo esta criatura que solía habitar en las junglas verdes terminó frente a un árbol gris y triste? Se posó bajo su sombra y eso le cambió los colores.

Por eso mismo creo que un documento no puede cambiar por sí solo. Algunos han soñado con liberar al camaleón del tronco del árbol y soltarlo de nuevo en la jungla.

Uno de esos soñadores fue Debendranath. Un joven bengalí del pueblo sadar. Tenía ojos brillantes y desafiantes. Sintió compasión por nosotros. Me enseñó el alfabeto en la escuela nocturna. Él donaba la educación y yo era su donatario. Debemos mantener esos recuerdos vivos. Se hizo inmortal al revelar los misterios del mundo y la sociedad. Con él, aprendí sobre el origen de las cosas, sobre economía y sobre el clima y la topografía de otras tierras. Una vez dijo:

—Los hombres negros son los habitantes originales del mundo. No lo sabes, pero tú naciste directo de la tierra.

Nos llenaba de asombro.

—Justo como nuestro dios Shiva sale del vientre de la tierra, con el cuerpo hecho de piedra negra, tú también has emergido de ella. Desde que naces, te pertenece por derecho natural.

He escuchado acerca de la furia de Shiva, dios de los hindúes, de su naturaleza destructiva. Debendranath nos comparaba con esa gran deidad poderosa.

—Tienes un derecho inalienable a esa tierra —repitió—. ¿Alguna vez fue tuya?

Asentí.

—¿Cómo fue transferida? —preguntó.

Ya sabes esa historia, nieto mío. Sin embargo, Debendranath señaló algunos huecos. Me iluminó con la educación. Todos nacen sin hogar y sin tierra. Incluso nuestros ancestros. Aun así, les ponemos nombres a esas tierras en honor a personas o tribus que tuvieron vidas insoportables y que poco a poco se frustraron y desilusionaron.


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