Читать книгу Cuentos de Asia, Europa & América онлайн | страница 100

—En el mehfezkhana del pueblo sadar —respondió. Allí se archivan los documentos oficiales.

—¿Es posible acceder a la historia de todas las tierras del distrito? —preguntó Hori Dom.

—Tal vez lo sea.

Debendranath nos platicó sobre el archivo y cómo bajo capas y capas de polvo se escondía la verdad de nuestra tierra. Tenía todos los documentos, notificaciones y más.

—¿No está lleno de ratas? —preguntó Lakhon Murmu. Siempre las busca. No tiene hogar ni tierra. Se alimenta de ellas y eso le causa problemas en la piel—. Conozco el sabor de las ratas que se alimentan de las cosechas, pero me intriga experimentar el sabor de las ratas que se comen la historia.

Debendranath nos contó cómo se había empolvado en el mehfezkhana y que había leído la Ley Agraria de Bengala de 1885 y muchas otras leyes. También había transcrito el Acuerdo Distrital, los convenios permanentes y otros manuscritos.

—¿Qué había detrás de estas transferencias de tierra? —nos preguntó.

—Tal vez fue el hambre —propuso Ravan Soren.

Concuerdo con él. Sí, tenía que ser eso. Un hambre ilimitada carcome los cuerpos de los hombres pobres y los sabios se asombran al verlo. Venden a sus mujeres e hijos para llenarse los estómagos. Si fuera posible, se tragarían el mundo entero.

Debendranath continuó:

—¿Piensan que podrían sobrevivir si toda la tierra de Sonari Mara volviera a ser suya?

—Sí, sería posible. Nuestro único deseo es sobrevivir.

—Cuando esta tierra era suya, la población era mucho menor —señaló Debendranath—. Sin embargo, la tierra tuvo que cambiar de manos para satisfacer el hambre de los hombres.

Todos se quedaron callados. ¿Acaso una persona tenía que comerse la parte que le correspondía a otras veinte para sobrevivir?

Debendranath fue de inmediato a las oficinas del distrito y apeló ante el honorable juez. Le enseñó que los documentos mostraban a quiénes les pertenecía esa tierra y cómo los habían privado de ella. Y las dichosas escrituras no mostraban cómo se les había quitado esos terrenos y su paso a otras manos; no eran transparentes. Por lo tanto, se les debía restituir la tierra a sus propietarios legítimos y mostrar verdadero respeto al espíritu de la ley. Debían dejar que la tierra gozara volver a sus verdaderos dueños.


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