Читать книгу Cuentos de Asia, Europa & América онлайн | страница 103

Y tú, Sahebmari Baske, donatario de esta acta, debes extender tus brazos al exterior. He aprendido que las rejas son entidades frágiles.

La práctica de cumplir con las formalidades de actas como la que tienes en tus manos es algo muy natural para la gente de buena cuna. Se hacen de riquezas mediante una variedad de trucos y estrategias mientras nos reducen a penurias. Para ellos, la acumulación es señal de éxito. Por lo tanto, las actas de donación se hacen para alguien relacionado con ellos y así protegen la riqueza y dejan que nosotros sigamos en la pobreza. Los hombres honorables hacen actas de donación para que sus herederos perpetúen y repliquen la forma en la que ellos han gastado su vida y sus trucos para esconder las riquezas de otros bajo sus techos.

No deseo tal cosa para mí. No quiero que otros soporten la clase de vida que tuve. Espero que nadie tenga que enfrentarse a este terrible mundo como yo. Por eso he redactado el acta de donación.

Querido nieto, hoy se celebra el festival de Karam. Los cielos y la tierra languidecen bajo el peso de las nubes y las cosechas. Dice la leyenda que en este mismo día, hace mucho tiempo, Kormu se había embarcado en busca del dios Karam. Qué peligros lo esperaban. El fuego terrible, la serpiente venenosa, el cocodrilo, el mar, el río, las montañas. Kormu llegó con el dios con la ayuda de todos ellos. Y así logró rescatar el tesoro que se le había arrebatado.

Igual que Kormu, hazte amigo de los terribles poderes que pueden ayudarte. Ésa es la moraleja del festival. Tú lograrás hacer legítima el acta de donación.

Recuerda, los documentos de la gente rica pueden quitarle a uno o beneficiarlo. Ya no me hagas repetir qué nos arrebataron. La sospecha y el miedo van de la mano con estas actas. Por eso las actas y registros se guardan en baúles y poco a poco se desbaratan.

Espero que mi declaración no se guarde en el mehfezkhana como los otros documentos oficiales, o en baúles de hierro como los registros de la clase alta. Recuerda algo, Sahebmari Baske: esta acta no trae sospecha alguna y, después de todos estos años, ya no tengo nada que temer. Por eso no perecerá. No se convertirá en alimento para las ratas del mehfezkhana.


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