Читать книгу Cuentos de Asia, Europa & América онлайн | страница 102

Debendranath había creído que el juez nos devolvería la tierra. Que se nos otorgaría, cual regalo, el derecho de propiedad sobre ella. En el ocaso de mi vida, siento la enorme necesidad de volverme a encontrar con ese hombre tan comprensivo e ingenuo. No sé dónde esté ahora.

Con todo, merece nuestro respeto. Había perseguido la verdad. Es cierto que si uno va a la raíz de todo, igual que él, lo que hallará es que todos los terrenos de este mundo pertenecen a los que no tienen ahora ningún derecho sobre ellos. Excava bien y encontrarás los nombres de personas como nosotros. Como nuestra tierra santhal o Domer Math, el mundo entero pertenece, sin duda alguna, a los desposeídos.

Esa verdad se halla oculta bajo el polvo del mehfezkhana y yo soy el pobre hombre que te otorga este conocimiento.

Recuerda, nuestro ancestro había matado al hombre blanco y la historia se contó por doquier. ¡Después del juicio, se concluyó que él era quien había intentado abusar de la niña y que el hombre blanco había tratado de detenerlo antes de morir en el intento! Ishwarbabu atestiguó por parte del honorable gobierno y a él y a su hija les fue bien. Así se erigió una estatua en honor de ese saheb blanco. Y por eso la tradición de nombrar Sahebmari a nuestros hijos es lo que mantiene esa barbarie viva.

Veo la estatua cada vez que visito el pueblo. Sigue ahí, aplastando todo lo que es verdadero. Ese viejo cuento ya es historia y el mehfezkhana la guarda. Es un cuento falso que se ha propagado en este país. La historia de nuestro valor y nuestra virtud no se le ha revelado a la gente. La historia falsa nos ha etiquetado como hombres bárbaros y toscos. Aquí he narrado la verdad de Sahebmari.

Recuerda que a nuestro ancestro lo encarcelaron por matar al hombre blanco. El nombre Sahebmari Baske nació en una prisión y, desde ese entonces, sus herederos han nacido en Sonari Mara, nuestra prisión.

No podemos experimentar la verdadera naturaleza de este mundo porque nacemos encerrados. Hemos intentado demoler los muros demasiadas veces. Desde que nací, la pobreza y la humillación me han tenido atrapado y lo mismo pasó con mi abuelo, Sahebmari Baske.


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