Читать книгу Cuentos de Asia, Europa & América онлайн | страница 62

—¿Y qué te escribe tu amigo? —tanteo con cautela a mi hijo.

Pero resulta que es muy poco lo que aquél le escribe en esas postales en las que por lo general aparecen unas impresionantes a la vez que espantosas imágenes de dioses y diosas locales.

—¿Y el padre enfermo? —continúo con el interrogatorio, como quien no quiere la cosa—. ¿No ha mejorado desde que se fue su hijo?

Parece ser que no, que ha empeorado y que echa de menos al hijo.

Pero yo no lo echo de menos. La vida amorosa de mi hijo me tiene ahora en vilo. Tal y como era de esperar, el lugar que ha dejado vacío su desaparecido amigo del alma se lo disputan ahora varias estudiantes a cual más espabiladas, y una de ellas hasta se muda a vivir con él, medio de compañera de piso medio de novia, y a pesar de los muchos exámenes y trabajos de los que debe rendir cuentas, incluso tiene tiempo de dar a luz en el piso a una especie de niñita que según parece es de mi único hijo, ya que de vez en cuando me llaman para que les haga de canguro por la noche.

Se trata de una criatura diminuta que me observa con una mirada luminosa e inteligente, hasta el punto de que a veces me parece, y eso sí que es una completa alucinación, que me guiña un ojo como si compartiéramos algún secreto. Por eso, cuando rompe a llorar a gritos con la esperanza de que le den leche, me la llevo a la terraza y levanto su cuerpecito hacia la luna para que se calme con su luz. Y la verdad que al sentirse bañada por la pálida luz del astro se queda petrificada como si intentara recordar algo.

¿Pero de qué va a poder acordarse, teniendo una vida tan corta? Yo me admiro y le meto el biberón en la boca, más pendiente de ella que de la televisión, que lo llena todo de muertos, de destrucción y sobre todo de engreídos charlatanes. Y como la bebé no tiene todavía respuesta para mis preguntas, envuelvo el silencio que nos rodea con la música que ha dejado allí el amigo del alma de mi hijo. Así, a pesar de que no lo añoro, me cuesta no pensar en él últimamente. Su padre ha empeorado mucho, me cuenta mi hijo, así que estará de vuelta en cualquier momento para despedirse definitivamente de él.


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