Читать книгу La Reina Roja онлайн | страница 48

El rey entra con brío, pavoneándose. Aun visto desde atrás, es mucho más gordo de lo que parece en las monedas y la televisión, aunque también más alto. Viste un uniforme rojo y negro de corte militar, aunque dudo que lo haya usado un solo día en las trincheras. Son los Rojos los que mueren ahí. Insignias y medallas destellan en su pecho, como testimonio de cosas que no ha hecho nunca. Incluso porta una espada dorada, pese a los numerosos guardias que lo rodean. La corona que sostiene en la cabeza me es familiar, de oro rojo y hierro negro trenzados, cada punta es una llama crepitante y ondulada. Parece arder sobre su cabello negro salpicado de canas. Qué apropiado, porque este rey es un quemador, como lo fue su padre, y el padre de su padre, y así sucesivamente. Destructivos y poderosos reguladores del calor y el fuego. Antes, nuestros reyes quemaban a disidentes con sólo un toque flamígero. Puede que este rey ya no queme a los Rojos, pero nos sigue matando con guerra y ruina. Conozco su nombre desde que era niña e iba a la escuela, aún deseosa de aprender, como si eso hubiera podido llevarme a algún lado. Tiberias Calore VI, rey de Norta, Flama del Norte. Un verdadero trabalenguas. Yo escupiría su nombre si pudiera.

Le sigue la reina, quien inclina la cabeza en señal de saludo a la multitud. Mientras que las ropas del rey son oscuras y austeras, el atuendo azul marino de ella es fresco y ligero. Se inclina solamente ante la Casa de Sansón, cuyos colores observo que viste. Han de ser parientes, a juzgar por su aire de familia. Ella ostenta el mismo cabello rubio cenizo y la misma sonrisa mordaz, que la hacen parecer un gato montés.

Por amedrentador que sea el aspecto que exhibe la familia real, no es nada comparado con los guardias que la escoltan. Aunque yo soy una Roja nacida en el fango, sé cómo son ellos. Todos saben cómo es un centinela, porque nadie quiere encontrarse con uno de ellos. Flanquean al rey en cada emisión, en cada discurso o decreto. Como siempre, sus uniformes parecen de fuego, con colores que oscilan entre el rojo y el anaranjado, al tiempo que sus ojos brillan detrás de aterradoras máscaras negras. Cada uno porta un rifle negro rematado con fulgurantes bayonetas plateadas, que podrían cortar el hueso. Sus habilidades son más terribles que su apariencia: guerreros de elite de diferentes Casas Plateadas, entrenados desde niños, que han jurado lealtad eterna al rey y su familia. Eso es suficiente para hacerme temblar. Pero las Grandes Casas no temen.


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