Читать книгу La Reina Roja онлайн | страница 37
—Es todo lo que puedo hacer —digo de nuevo, antes de guardar silencio.
Veo entonces de reojo un brillo plateado. Él sostiene otra moneda. A la luz de la luna, lo único que distingo es el perfil de la llameante corona del rey grabada en el metal. Cuando la pone imperativamente en mi mano, supongo que sentiré otra vez su calor, pero ya se ha enfriado.
No quiero tu lástima, siento ganas de gritar, pero hacerlo sería una estupidez. Con esta moneda adquiriremos lo que Gisa ya no puede comprar.
—Lo lamento mucho, Mare. Las cosas no deberían ser así.
Yo ni siquiera puedo reunir fuerzas suficientes para fruncir el ceño.
—Podría ser peor. No me compadezcas.
Me acompaña hasta las afueras de la aldea y me deja atravesar sola las casas sobre los pilotes. Algo en el lodo y las sombras le molesta, y el sirviente desconocido desaparece antes de que yo pueda voltear para darle las gracias.
Mi casa está en silencio y a oscuras, tiemblo de miedo. La mañana de hoy parece haber quedado a cien años de distancia, parte de otra vida en la que yo era tonta y egoísta, y tal vez un poco feliz. Ahora no tengo otra cosa que un amigo llamado a filas y los huesos rotos de una hermana.
—Tu madre no debería preocuparte tanto —dice mi papá con una voz que retumba desde atrás de uno de los pilotes.
No lo he visto abajo desde hace más años de los que quisiera recordar.
Mi voz chilla de sorpresa y temor.
—¿Papá? ¿Qué haces? ¿Cómo…? —pero él se lleva un pulgar al hombro, apuntando a la polea que cuelga de la casa. Es la primera vez que la usa.
—Se fue la luz. Pensé en venir a echar un vistazo —explica, brusco como siempre.
Pasa a mi lado rodando en su silla y se detiene frente a la caja del switch, desde la que un tubo se introduce en el suelo. Cada casa tiene una para regular la carga eléctrica que mantiene encendidas las luces.
Papá resuella para sí, hace un chasquido con el pecho cada vez que inspira. Puede ser que Gisa esté como él ahora, con su mano convertida en un caos metálico, pensando atormentada y resentida en lo que pudo ser.