Читать книгу Antología 10: Planes divinos онлайн | страница 31
¡A Él sea la gloria para siempre! “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.” (Salmos 139:16). “Él (Jesús) les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.” (Lucas 18:27).
Liliana Flores está casada con Javier Gustowski. Tienen un hijo, Samuel, que llena sus vidas de alegría. Sirven juntos en el ministerio de alabanza de la Iglesia Evangélica Congregacional de Alta Gracia (Córdoba, Argentina), en donde viven hace veinte años. Liliana es Orientadora Familiar y disfruta feliz de su reciente título de mamá.
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Fútbol: Fama y soledad, o la gloria de Su presencia
El reconocimiento del mundo no se compara con los beneficios de una vida con Cristo. Visiones, crecimiento y milagros que restauraron mi vida.
Osvaldo Barrera
A la edad de diez años comencé a practicar un deporte muy popular, el cual no hace distinción de credo, raza o condición social: el fútbol. Mis padres se habían separado, y a pesar de las necesidades mi madre dio todo para que junto con mi hermano nos formemos como hombres de bien, y así poder salir adelante.
Con la ausencia paterna y la soledad como compañera, me refugié en el fútbol en el Club Independiente de Neuquén, el cual fue mi segundo hogar. Y no solo me formó en el área deportiva, también tuve profesores que orientaron mi vida con responsabilidad y conducta. Impartieron principios, los cuales me condujeron por caminos de rectitud y agradezco a Dios que me libró de senderos de oscuridad.
Buscando la verdad: Un encuentro con Jesucristo
Desde niño tuve eventos que me conectaban con la presencia de Dios. A través de sueños y visiones me mostraba que estaba destinado con un propósito. Esto me llevó a concurrir a distintos credos, como la iglesia católica y los Testigos de Jehová, donde me congregué por un tiempo.
La palabra de Dios me atraía sobremanera. Iba escudriñándola cada día más. Esto me llevó a apartarme de estos grupos, ya que las Escrituras se contradecían con sus prácticas y verdades. Tenía un vacío que solo lo podía llenar la presencia del Espíritu Santo, y aún no lo podía comprender.