Читать книгу La Sonrisa Escondida de Dios онлайн | страница 13
Entonces, ¿qué le diría él a su pueblo para prepararlos ante la probabilidad de sufrir por Cristo? ¿Diría, con el liberal anticuado, “creo que el dolor y el sufrimiento nunca son la voluntad de Dios para Sus hijos”? ¿Diría él con el teísta abierto de hoy en día, “los cristianos con frecuencia hablan sobre ‘el propósito de Dios’ en medio de una tragedia causada por alguien más… pero esto lo considero simplemente como una manera confusa de pensar piadosamente”? No, esto habría sido bíblica y pastoralmente impensable para John Bunyan, cuya sangre era “bíblica”30.
El texto se basa en, 1 Pedro 4:19: “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien”. Entonces él explica este texto, haciendo las siguientes observaciones:
No es lo que quieran los enemigos, ni lo que ellos hayan decidido, lo que va a suceder, sino lo que Dios quiera, y lo que Dios disponga, eso será hecho… Y así como ningún enemigo puede hacer sufrir a un hombre cuando la voluntad de Dios es otra, de igual manera, ningún hombre se puede salvar a sí mismo de sus manos cuando Dios lo entregue a ellas para Su gloria… Sufriremos o no, según le plazca a Él… Dios ha dispuesto quién ha de sufrir. El sufrimiento no viene por casualidad, ni por la voluntad del ser humano, sino por voluntad y designio de Dios31.
Él continúa diciendo que Dios ha designado no solo quién ha de sufrir sino también cuándo, dónde, de qué manera, por cuánto tiempo y por qué verdad sufrirá32.
“El garfio de Dios está en su nariz”
Si ha habido pastores serios y amorosos en la historia de la iglesia quienes en tiempos de gran persecución han señalado a su pueblo a un Dios que no tiene control ni propósito en su sufrimiento, no lo sé. Pero tal consejo habría sido visto como falso y falto de amor por Bunyan, Cowper y Brainerd. Ellos conocían a otro Dios y vivían con una confianza diferente. Bunyan resumió así la participación de Dios en las persecuciones de Su pueblo:
Todos los caminos de los perseguidores son de Dios. Daniel 5:23. Por consiguiente, así como deberíamos, al mismo tiempo no deberíamos, tener temor de los hombres: les deberíamos tener temor porque nos van dañar, pero no les deberíamos tener temor como si se les hubiera dejado sueltos para que nos hicieran, e hicieran con nosotros, lo que les pareciera. La brida de Dios está sobre ellos, el garfio de Dios está en su nariz: sí, y Dios ha determinado los límites de Su ira, y si les permite llevar a Su iglesia al mar de la tribulación, no va a ser sino hasta el cuello, y hasta donde Él permita, y sin ser ahogados. 2 Reyes 19:28; Isaías 37:29; 8:7-8. Lo que sostengo es que el Señor los tiene bajo Su control y les da órdenes; en ningún momento se pueden lanzar contra Su pueblo sino con Su permiso y compasión en cuanto a lo lejos que pueden ir, y dónde se deben detener33.