Читать книгу La Sonrisa Escondida de Dios онлайн | страница 17

Nuevamente es “la totalidad de la justificación [de Cristo]” lo que el Espíritu Santo utilizó para despertar y rescatar a Cowper de la oscuridad de la condenación que se había asentado sobre él. La guerra por el alma de Cowper no había terminado, pero la batalla decisiva había sido peleada y ganada por el evangelio de la justificación por gracia a través de la fe.

“Este camino de salvación, enteramente por la justicia de Cristo”

El Catecismo menor de Westminster formó el fundamento doctrinal de la vida y ministerio para David Brainerd, el congregacionalista (con inclinaciones presbiterianas41). Lo usó entre sus conversos indígenas42, ya que él mismo había crecido en él. La pregunta 33 es la siguiente: “¿Qué es la justificación?”, y responde: “La justificación es un acto de la libre gracia de Dios, mediante la cual perdona todos nuestros pecados y nos acepta como justos ante sus ojos, solamente a causa de la justicia de Cristo que nos es imputada, y que recibimos solamente por la fe”43. En el Día del Señor, 12 de julio de 1739, a la edad de veintiún años, Brainerd experimentó una conversión que marcó el resto de su vida.

En aquel momento, el camino de salvación se me abrió con tal sabiduría, eficacia y excelencia infinita, que me preguntaba si alguna vez debería pensar en algún otro camino de salvación; estaba asombrado de no haber dejado antes de lado mis propias maquinaciones para aceptar este camino tan encantador, bendito y excelente. Si mis propios deberes, o cualquier otra de las formas que antes había ideado, me hubieran podido salvar, mi alma entera [ahora] los habría rechazado. Me asombraba que todo el mundo no viera y acatara este camino de salvación, enteramente por la justicia de Cristo44.

Al igual que con Bunyan y Cowper, el “camino de salvación, enteramente por la justicia de Cristo”, es lo que rompe la oscuridad de la duda e incredulidad y despierta una nueva vida.

Y no solo al comienzo de su caminar con Dios, sino también al final de su vida, esta es la verdad que lo sostuvo. El sábado 19 de septiembre de 1747, menos de tres semanas antes de morir, escribió sobre cómo Dios lo sostuvo en un momento de auto-recriminación:


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