Читать книгу Cuentos de Asia, Europa & América онлайн | страница 49
Me vine y me fui a dormir un par de horas más.
No tuve sueños; nunca los tengo.
Cuando desperté de nuevo, el semen, no del todo evaporado, ya había llegado al piso, como el rastro de un caracol o de una rastrera babosa.
Me incorporé.
Miré la mancha que llegaba de mi ombligo reflejado al borde inferior del espejo, un breve charco sobre el suelo de concreto, gris de origen, negro cuando se mojaba.
La próxima vez, me dije, llegaré hasta mi cara, hasta mi rostro reflejado justo debajo de ella, abierta de piernas, su jugoso secreto, mejillón de lustre, en rosada y carnosa evidencia.
—Seré, sí, el mejor de todos —me dije, repetí, insistente.
Por algún lado se tiene que comenzar y comenzaré así, con la más potente de las eyaculaciones.
Ya luego vendrán los otros cuerpos, los cuerpos verdaderos, todas ellas, carne y no icono impreso en precario papel brillante.
Por ahora, me contentaré con mi reflejo, me dije y salí a la azotea a bañarme junto al fregadero.
Compraría, también, una mejor esponja.
Una esponja sintética.
No más zacate para mí.
No más detergente.
Me embelesé ante la idea del perfume de un jabón.
Un jabón rosa, cremoso, perlado acaso.
Un jabón con el que me sería más fácil masturbarme mañana.
Agucé el oído.
Nadie abajo; los niños en la escuela, ellos en sus oficinas.
Hora de desayunar, de vaciar su refrigerador lleno de culpa, de restos y migajas para mí.
No peleábamos más por la comida.
Yo les pasaba un par de miles de pesos cada mes a manera de renta, ellos me dejaban usar la cocina.
Nada más que la cocina.
—Cuando no estemos, por favor —me habían dicho.
—Somos muchos, no cabemos, los niños se inquietan —me explicó mi madre.
—No soporto tu cara —me dijo él, su esposo, el usurpador del afecto que me correspondía.
Ya lo encontraría, ya lo encontraré en otra parte.
Sobre todo ahora, a partir de hoy que seré el mejor de todos.
No tardé en encontrar los huevos, escondidos dentro de una caja de veneno para ratas, un escondite obvio.
Jamón no había; mantequilla y pan duro, sí.