Читать книгу Cuentos de Asia, Europa & América онлайн | страница 45

J. se despide. Llora. Me da un beso.

Hace la fila para pasar por el escáner.

Lo miro de lejos. Tiene los ojos tristes.

Lo imagino cuando niño en una sala de operaciones.

Imaginarse a niños siendo operados es doloroso. Su primera operación fue a los seis meses de haber nacido. Ahí comenzaron las placas de titanio.

Lo busco con la mirada.

Los pasajeros me tapan la vista.

Imagino su corazón abierto en una sala de hospital.

Me inclino, me pongo en puntas de pie.

Cuatro médicos analizando su corazón y cortando músculos para llegar al centro.

Fibrosis que dificulta el proceso.

Imagino sus placas de titanio. Deben de ser del porte de un cuadrado de chocolate.

Le digo desde lejos, con mímica, que le diga al hombre de los controles que no puede pasar por el escáner. Que debe pasar por el lado. Que tiene placas de titanio allí. Que podría descompensarse.

Me dice con mímicas: Tranquila, no voy a morir.

La fila avanza. Ya está cerca de que le toque su turno.

Imagino que puede descompensarse en esa fila. Imagino que puede dejar de existir en esa fila.

Me sudan las manos.

Imagino que, si muere allí, los gringos van a esconder el cuerpo.

Que pueden llevárselo a una sala especial luego de que muera.

Que no voy a volver a verlo nunca más porque los gringos van a esconder su cuerpo, van a desintegrarlo con extrañas tecnologías.

Imagino que harán desaparecer su cuerpo.

Hay tantas historias de ese tipo y siempre quedan silenciadas.

Sudo.

Que pediremos explicaciones y nos dirán que él nunca llegó al aeropuerto.

Nos dirán que nunca entró a Estados Unidos.

J. se acerca al hombre y le dice algo al oído.

Me levanto en puntas de pie porque unos pasajeros no me dejan ver que J. le esté diciendo eso realmente al policía.

Intento leer sus labios desde quince metros de distancia.

No logro ver si le habla de las placas de titanio.

Veo que el policía le indica a J. que se meta al escáner.

Voy a gritar.

J. se saca los zapatos y se dirige al escáner.

Voy a correr y pasarme las barreras.

Quiero gritar.


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