Читать книгу La Reina Roja онлайн | страница 58

El chorro de luz, no: el rayo, hace erupción entre mis dedos y quema el metal. Las piezas crepitan y humean, se parten por efecto del calor. Caen inofensivamente al suelo mientras el rayo impacta en la pared del fondo, deja un agujero humeante de más de un metro de ancho y casi arrasa con Evangeline.

Ella se queda boquiabierta, conmocionada. Seguramente mi aspecto es el mismo que el de ella cuando miro mis manos, mientras me pregunto qué diablos acaba de ocurrirme. En lo alto, un centenar de los Plateados más poderosos se pregunta lo mismo. Cuando alzo la mirada, veo que todos me observan.

Incluso el rey se inclina sobre el filo de su palco, perfilando contra el cielo su corona llameante. Cal está junto a él, y me mira asombrado.

—¡Centinelas!

La voz del rey es aguda como un cuchillo cargado de amenazas. De repente, los uniformes rojo anaranjado de los centinelas resplandecen en casi todos los palcos. Los guardias de elite esperan otra palabra, otra orden.

Soy buena para robar porque sé cuándo correr. Y éste es uno de esos momentos.

Antes de que el rey pueda decir cualquier cosa, yo salgo disparada, empujo a la atónita Evangeline y me escurro de pie por la trampilla que sigue abierta en el suelo.

—¡Deténganla! —resuena la voz detrás de mí cuando caigo en la semioscuridad de la estancia de abajo. La función de metales voladores de Evangeline agujereó el techo, así que sigo viendo el Jardín Espiral. Para mi desaliento, parece como si la estructura se desangrara, pues los centinelas uniformados bajan de sus palcos, todos ellos en mi persecución.

Sin tiempo para pensar, lo único que puedo hacer es correr.

La antesala que hay bajo el ruedo da a un pasillo vacío y oscuro. Cámaras negras y cuadradas me ven correr a toda velocidad y dar la vuelta por un pasillo y otro más. Puedo sentirlas, tras de mí como los centinelas, no muy lejos. Corre, repite mi cabeza. Corre, corre, corre.

Tengo que hallar una puerta, una ventana, algo que me ayude a orientarme. Si pudiera salir, al mercado tal vez, podría tener una oportunidad. Podría.


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