Читать книгу Antología 10: Planes divinos онлайн | страница 17
Novedades preocupantes e inesperadas
Si tan solo pudiera describir lo que sentí en ese momento, sería extraordinario. Pero lastimosamente, así como un niño no puede experimentar lo que significa ser padre, a veces hay momentos que no se pueden expresar simplemente con palabras, sino solo cuando se viven en carne propia. Mis padres me llevaron afuera, y sin muchos preámbulos, me contaron el diagnóstico. Tenía un linfoma linfoblástico en mi cabeza. Era un cáncer muy agresivo que ya había causado varias lesiones en mis huesos, comprometiendo todo mi sistema nervioso, y se encontraba en la fase tres de cuatro.
Solo puedo recordar que al escuchar eso, un sentimiento de impotencia invadió todo mi ser y con mi familia, lloramos un mar ese día. Por primera vez en mi vida, me sentí vulnerable. Nadie espera una noticia como esa, y menos cuando uno es tan joven. No podía rechazar la realidad, no podía decirle al cáncer que se vaya de mi vida. Aunque lo intentara, sería contraproducente, ya que no cambiaría nada. Simplemente, esta enfermedad se había metido de forma silenciosa en mi cuerpo. Los doctores no nos daban mucha información al respecto, solo nos recomendaban comenzar el tratamiento quimioterápico urgentemente.
Ante la incertidumbre del momento, mis padres comenzaron a buscar una respuesta sobre qué decisión tomar. Creo que aun con toda la trayectoria y ministerio de mis padres, sus tiempos dedicados a la oración se intensificaron al 200%. Recuerdo una frase del famoso predicador Charles Spurgeon, que decía que, si un problema nos lleva a buscar la ayuda de Dios en oración, ese problema es una bendición para nuestra vida.
En cuanto a mí, comencé a preguntarle a Dios: ¿Por qué? Razonaba pensando que esto parecía injusto, mi lógica no encajaba. Tal vez suponía que, porque mis padres le habían servido tantos años, teníamos Su protección ante cualquier enfermedad, como si fuese un contrato. Es común pensar eso, ya que estamos acostumbrados a interpretar versículos fuera de contexto, y cuando llegan las tribulaciones y aflicciones, nuestra teología se cae a pedazos. Una pregunta que muchos se hicieron en tiempos de pandemia era: ¿dónde está Dios?, y fue lo mismo que me pregunté en aquel momento, sin llegar a una respuesta. Es interesante que la primera tendencia del ser humano en estos casos sea buscar culpables. Y así me encontraba yo, con la tentación de responsabilizar a Dios de mi sufrimiento.