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La muerte ha sido vencida

Cuando las fuerzas y la esperanza se acaban, hay un Dios que puede hacer posible lo imposible

Por Mateo Kurrle

He tenido la grata oportunidad de nacer en un hogar donde abundaban los valores y principios morales que toda familia debería tener. En mi niñez, nunca me faltó nada: tuve amor, respeto, cariño mutuo, atención, mucha unidad y sobrada diversión. Tuve comida, techo, y ropa. Mis padres siempre se han amado mucho, y mis hermanas son un tesoro para mí. Considero que soy un chico responsable, en mis tiempos de escuela era muy diligente en mis tareas y aplicado en cada materia.

Algo importante que debo mencionar es que, desde niño, fui instruido en la fe cristiana, enseñado en los principios y valores bíblicos. Aprendí a orar y a leer la Biblia, e iba fielmente a la hora feliz de la iglesia. Puedo decir que me sabía casi todas las historias de los personajes testamentarios, y siempre ganaba las competencias de preguntas bíblicas. Todo parecía ir bien. Dios era alguien importante para mí y para mi familia.

Épocas de cambios

El tiempo fue pasando, crecí, y de esa manera comenzaron nuevas experiencias. A mis doce años, por ejemplo, empecé a descubrir cambios en mi cuerpo, y se despertaron nuevos intereses que antes no tenía. Comencé a tener más amigos, y mentiría si dijera que eran buenos ejemplos, incluso amigos que supuestamente eran cristianos. En el proceso de experimentar cambios, mis intereses comenzaron a alterarse, y lo que antes me parecía atractivo, como leer la Biblia y orar, se volvió obsoleto. El entusiasmo había desaparecido, y según mi criterio, tenía mejores cosas que hacer que dedicarle tiempo a Dios.

A mis catorce, ya vivía una vida al margen de una relación personal con Dios, pero esa actitud no era tan obvia para mí, ni para mi familia. La realidad es que creía estar bien con Dios, porque simplemente cumplía con la norma de ser un buen chico, pero no tenía idea de que estaba distanciándome silenciosamente de Él. Para resumir en una frase, podría decir que tenía una vida “muy ocupada en mí mismo”. Pero todo eso iba a cambiar…


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