Читать книгу Antología 10: Planes divinos онлайн | страница 7

Si David hubiese planeado perder, hubiera tomado solo una piedra. Las cinco piedras eran las oportunidades que David había planeado para enfrentar al gigante y derrotarlo. El fin era vencer, no perder. Enfrentar gigantes requiere planes, pero sobre todo la convicción de que lo vas a lograr. A veces las personas no salen del pantano donde se han metido porque no creen que lo puedan lograr; y cuando están por lograrlo, el enemigo siembra duda en sus mentes, por lo que desisten de su estrategia y fracasan. Vencer requiere carácter, fuerza y gallardía.

¿Cuántas veces intentaste ese negocio? ¿Cuántas veces intentaste mejorar tu relación con tu pareja? ¿Cuántas veces planeaste el bien que quieres recibir del Señor? David tenía 5 estrategias, ¿cuántas son las tuyas? Este es el tiempo para vencer, para que vuelvas a intentarlo, pidiéndole a Dios que te dirija y creyendo que estás en su soberana voluntad. Cuando venzas, sonríe al cielo y dale la gloria a Dios, pues Él la merece.

Cuarto: El tiempo de Dios es perfecto

Cada día que amaneces con vida es la oportunidad de intentarlo. Si Dios lo prometió, Él lo va a cumplir. Le prometió el monte Hebrón a Caleb, hijo de Jefone, y lo hizo por su gallardía, por creerle a Dios, por enfrentar al resto que decía que no. Caleb tenía la total convicción de que Dios le daría la victoria, porque sabía quién era Dios (Números 14:24). Y ese monte recién le fue dado cuarenta y cinco años después de la promesa. ¿Cuánto tiempo has esperado tú, o estabas por rendirte? La edad no es impedimento para que Dios lleve a cabo Sus planes. Confía en Él y lo hará, te dará el vigor y la fuerza necesaria para alcanzar esa promesa; pero es necesario que le recuerdes su promesa, como lo hizo Caleb con Josué, y ponte a alcanzar aquello que te fue prometido.

¿Tienes una promesa de Dios? Entonces este es tu tiempo, haz el plan conforme a lo que el Espíritu Santo ponga en ti, y planea para vencer. Porque el que lo prometió no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. No pienses que, porque hayas fallado, Dios no te va a dar lo que te prometió, las cosas no funcionan así. Él sabe todo desde el principio, y no planea destruirte; planea el bien para ti, ese bien que tanto esperas. Entonces, solo vuelve al camino de forma genuina, y camina firmemente. Recuerda que el llamado de Dios es irrevocable, porque no es por quién tú eres, sino por quién es Él.


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