Читать книгу Antología 10: Planes divinos онлайн | страница 6
David tenía todo en contra: la opinión familiar (su hermano Eliab no tenía un buen concepto de él), el rey Saúl veía a un joven inexperto (esa es la mayor etiqueta para los jóvenes hasta el día de hoy) y, por último, el gigante Goliat, quien lo tuvo en poco. Si David hubiese vivido en el tiempo de “la generación de cristal”, creo que en ese momento se hubiera regresado con sus pequeñas y pocas ovejas. Tenía la excusa perfecta para no enfrentar al gigante, tenía todo en su contra (desde el punto de vista de los demás). Pero también sabía que el tiempo de su preparación cuidando ovejas no había sido en vano. No era casualidad, era causalidad. Estar en un puesto de servicio no te hace miserable, sino que te prepara para pelear las mayores batallas de tu vida.
Transformar la mente significa verte en el tiempo donde Dios te pondrá, donde Dios te usará, donde Dios te va a llevar. Es verte como Dios quiere que seas, como Él te ve. Quizás aún estás repartiendo queso a tus hermanos, pizza, o cualquier otra comida rápida. Tal vez todavía estás en el monte planeando, preparándote para la batalla. Quizás hasta ahora no lo habías visto así, y aún sigues quejándote de que no te dan el lugar que esperas, pero toma este tiempo como tu momento de preparación: pelea con osos, persigue y vence a los lobos, cuida las ovejas y planea tu próxima batalla para cuando estés frente al gigante Goliat. La victoria no radica en tus fuerzas, ni en las piedras que recojas del rio. Enfoca tu mente, transfórmala. Tu victoria radica en el Dios a quien servimos, y la victoria está en Jehová de los ejércitos.
Tercero: ¡Planea vencer! ¡El autosabotaje existe!
Muchas personas hacen planes sin tener la certeza de lo que vendrá; peor aún, sin creer que van a lograrlo. Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Si planeas para perder, pierdes doblemente. Nadie invierte en un negocio si sabe que no va a tener rentabilidad jamás. Debes planear creyendo que esa es la voluntad de Dios, y que lo vas a lograr.