Читать книгу Antología 10: Planes divinos онлайн | страница 5

Primero: Planea con la mente enfocada en Él

Cuando hacemos nuestras cosas enfocados en quién es Dios, y no en quiénes somos nosotros, el plan ya tiene garantizado el éxito. Cuando David enfrentó a Goliat, hizo un plan de ataque, usó sus habilidades, buscó los recursos, y enfrentó al gigante. Pero no con sus fuerzas, sino en el nombre de Jehová de los ejércitos (1 Samuel 17).

Es importante que te conozcas a ti mismo y a tus habilidades al momento de planear. Debes reconocer tus virtudes, como también tus debilidades. David sabía bien quién era, y cómo había sido entrenado para ese momento. Un punto muy importante es que sepas exactamente quién eres como hijo de Dios, y no escuches la voz de los demás diciéndote: “Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido”, como le dijo su hermano en 1 Samuel 17:28.

Los demás dirán que te conocen, pero con el fin de hacerte sentir menos, de menospreciarte. Tú debes demostrar quién está contigo, y de qué estás hecho. No permitas que pongan sobre ti una carga que no te corresponde; tú no irás con los argumentos humanos, sino con el respaldo de Dios. El rey Saúl quería que David encajara en su traje de guerra, pero David se conocía y sabía que no iba a poder con eso, y aprendió a decirle al rey “no”. A veces, en la elaboración de los planes de vida, es necesario decir algunos “no”, para luego recibir el “sí” de Dios.

No permitas que el enemigo te menosprecie por la apariencia externa, cíñete como un cristiano valiente. El enemigo querrá atacar tu mente, querrá que cargues un peso de culpa que ya Cristo quitó, y querrá menospreciarte. Cuando eso te esté pasando, entiende esto: estás listo para dar batalla, listo para pelear, listo para derribar ese gigante, y listo para vencer en el nombre de Jesús.

Segundo: Transforma tu mente

David pudo haber salido corriendo de ahí. Tenía excusas de sobra para hacerlo. Era el menor de sus hermanos, y generalmente nadie espera gran cosa de “los pequeños” de la casa, porque ellos solo están para ser protegidos, para recibir tareas menos peligrosas. David enfrentó al gigante de su mente, y ese era superior a Goliat.


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