Читать книгу Antología 10: Planes divinos онлайн | страница 40
Hubo una persona que tomó su tiempo para contarme su testimonio, que había tenido una relación con una persona que no conocía al Señor, y lo muy doloroso que fue al final, y un día me invitó a un gran evento evangelístico. El evangelista argentino Alberto Motessi estaría en la plaza de Managua, sería un evento masivo y especial. Ese día decidí ir, tenía muchas expectativas de lo que Dios hablaría a mi vida, aunque en mi mente creía no merecerlo.
Fue un tiempo especial, la prédica pasó, y la verdad no la recuerdo. Pero sí recuerdo muy bien que al final, el evangelista hizo una convocatoria adicional. Después de hacer la invitación para aceptar a Cristo, dijo lo siguiente: “Hoy quiero hacer un llamado especial a los jóvenes que se han alejado del Señor, y sienten que le han fallado. Hoy es el día en que Dios te está llamando para que vuelvas nuevamente a Él”. No pasé al frente, no tenía fuerzas, pero ese día le rendí nuevamente mi vida al Señor, y le prometí servirlo el resto de mis días.
Un nuevo comienzo
Terminé esa relación cuatro días después, un 23 de diciembre (aunque sinceramente le pedía a Dios que fuera después de Navidad). No fue fácil, pero Dios me ayudó. Lloré un tiempo y esperé que Dios sanara las heridas, me restaurara, y pronto comencé a servirlo nuevamente. Si yo no hubiera tomado esa decisión, seguramente mi vida hubiera sido muy diferente.
Estoy agradecida de haber escuchado al Señor y confiar en Sus planes para mi vida en el área emocional. Dios está interesado en nuestros sentimientos. Porque nuestro matrimonio, como hijos e hijas de Dios, es un instrumento para bendecir generaciones futuras. El plan de Dios es generacional.
Empecé a servir al Señor, y oré que esta vez fuera Él quien guardara mi corazón hasta que fuera el tiempo. No quería volver a fallar. Quería esperar por mi esposo. Entregué mi soltería al Señor, y mis días eran para servirle. Con el tiempo, fui tomando liderazgo en el equipo de jóvenes adultos de mi iglesia, al punto que llegué a ser parte del liderazgo principal del pastor de jóvenes. No lo esperé ni lo busqué, fue Dios abriendo las puertas para servirle más y en excelencia, dando clases de líderes, dirigiendo células, y siendo mentora para otros jóvenes.