Читать книгу Paisaje de la mañana онлайн | страница 49

recrear el espíritu de sus oyentes, para ilustrarlos, para exaltar lo bueno y lo bello, para afirmar las reglas o valores morales que rigen la conducta de sus grupos sociales, para infundir temor a los castigos que sufren quienes infringen esas reglas, para explicar el origen de las cosas. (p. 13)

En el prólogo de Mitos, leyendas y cuento peruanos de Izquierdo Ríos (1947), titulado “Algunas consideraciones acerca del contenido y finalidad de este libro”, el autor hace un recuento histórico de la resistencia cultural desde la llegada de los españoles y cómo la tradición aborigen se protegió, a veces gracias al desplazamiento geográfico —sobre todo de los pueblos amazónicos— y la mayor parte de las veces gracias al proceso de fusión con la cultura invasora, en el que nuestra cultura nativa supo mantener una importante dosis de presencia. Otro aspecto en que incide Arguedas, cuando toca la literatura popular —y lo hace con contrariedad— es la proliferación de cierta literatura folklórica manipulada ex post por un autor. De este modo se destruye el valor artístico de origen y la esencia antropológica; es decir, el dato científico. Con el propósito de rescatar material en su mayor integridad autóctona, Arguedas realiza una gran convocatoria a los maestros de aula de todo el país a fin de que envíen, en su versión más fiel, los relatos tradicionales de sus pueblos. Con este ingente material, depurado y distribuido en las tres clásicas regiones de nuestro territorio: costa, sierra y selva. Ciento veinte relatos conforman el volumen, con textos escritos por profesores y alumnos, que provienen de alejados rincones del Perú y que cumplen, de este modo, un ardiente sueño de Arguedas por transmitir la sabiduría ancestral y estrechar los vínculos entre hermanos para lograr una educación equitativa y liberadora.

Otros ámbitos de la literatura infantil

En un texto perspicaz titulado “Contra la literatura infantil”, el extravagante escritor argentino César Aira despotrica contra el género y da razones que el tiempo ha sabido comprender. Se queja, en primer lugar, de las puerelizaciones de muchas adaptaciones —las califica de “criminales”— en las que han caído obras importantes del pasado como Los viajes de Gulliver, Robinson Crusoe, Alicia en el país de las maravillas o La isla del tesoro. Han dañado —creo entender— la esencia del lenguaje, por el afán de los editores de acercar la gran literatura a un mercado infantil. Este empeño comercial ha convertido la literatura infantil en un subproducto literario del siglo XX; la categoría que conocemos como subliteratura.


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