Читать книгу No olvido, recuerdo онлайн | страница 41

Una vez que se graduó, ¿en qué se desempeñó?

En primer lugar, diseñé muchas viviendas, incluyendo viviendas populares. Eso me ligó mucho al urbanismo. Obviamente, el urbanismo es mi segunda pasión, llegué a tomar cursos de urbanismo. Cursé una maestría en Diseño urbano y ha seguido siendo mi disciplina colateral a arquitectura, la que más he disfrutado y en la que he tratado de servirle a mi país, con encargos incluso federales, ya que fui secretario técnico del Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad, al que se le encomendó el urbanismo de todo el país. Ahí trabajé durante cuatro años en la Ciudad de México. Además, he participado en varios asuntos de urbanismo tanto en el sector público como en el privado, que es el que más trabajo nos cuesta por la codicia que siempre hay de usufructuar del poco suelo y obtener el mayor beneficio. Son las constructoras y las inmobiliarias las que obtienen gran provecho del poco terreno y destruyen el equilibrio ecológico y urbano.

¿Era académico en la Universidad y fue director de la Escuela de Artes Plásticas?

Estuve cuarenta y dos años como académico. Lo de Artes Plásticas fue accidental, porque en un momento de problemas magisteriales y del alumnado me llamó el rector (creo que Guillermo Ramírez Valadez) para que fungiera ahí y metiera orden. Puse demasiado orden al grado de que a mí tampoco me quisieron, me salí pronto, estuve nada más año y medio ahí.

¿Veía algunas diferencias cuando usted era estudiante?

Cuando fui director comprendí que la arquitectura había avanzado. Por el inglés, que yo dominaba, conseguí una beca para ir a Estados Unidos durante tres meses a visitar centros de enseñanza de arquitectura y urbanismo. De ahí me traje algunas ideas y cambié el plan de estudios. Lo hice muy técnico porque se había abandonado la parte tecnológica y sobreabundado la artística. Traté de equilibrar y creo que sí lo logré. Después vino otro director que mejoró aún más el plan, el arquitecto Serapio Pérez Loza, que perfeccionó lo que yo le dejé. Después hubo más cambios, aunque siempre estuve como docente o técnico en algunas funciones, por ejemplo, en becas. El director en turno me llamaba a colaborar.


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