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La literatura del Perú es incipiente

Se encuentra en el periodo de formación; mejor dicho, de iniciación. De ahí proviene que abunden en ella los ensayos y las copias, y que prodigiosamente escaseen las obras definitivas, las de valor intrínseco y absoluto, desligado de la consideración del medio y de la época. Este carácter no es tampoco peculiar al Perú: se aplica a la literatura de toda la América Latina. Países nuevos, pobres, poco poblados, que han tenido existencia política tan inquieta y azarosa, en los cuales la profesión de literato suele no ofrecer porvenir ni recompensa alguna, mucho han hecho con producir a un Olmedo, a un Heredia y a un Bello: han superado con sus esfuerzos todas las expectativas, y han probado la bondad y excelencia de su genio, que alcanzó tamaños resultados en condiciones por demás desfavorables. Pero el ingenio no basta, si los restantes factores son hostiles, para constituir una gran literatura, y no se puede sostener que la hispano-americana lo sea. Se advierte en ella vacilación, inseguridad. Muchos e importantísimos géneros literarios están en mantillas. Los talentos frustrados y las tentativas abortadas son más comunes que en cualquier otra. La literatura americana en general se halla pues en la adolescencia. Aunque sea adolescencia robusta y heroica, adolescencia de Hércules, que promete quizá, una juventud triunfadora y radiante, es adolescencia a la postre. Pero confesemos con lealtad que la literatura del Perú no es de las más adelantadas. Al compararla con algunas de sus hermanas, no sale muy airosa. Prescindamos de la literatura brasileña, que si bien es latina e ibérica, no es castellana, y que ha tenido la fortuna de florecer en un país populoso y pacífico; prescindamos también de la de Cuba, porque bajo el gobierno español se disfrutó allí de tranquilidad, holgura e instrucción de las que nosotros carecíamos: Méjico, la Argentina y Colombia, que han vivido entre desórdenes y trastornos iguales, si no mayores que los de Perú, lo aventajan indudablemente en literatura. ¿Cómo explicar esto? ¿A nuestra mala disciplina literaria, a la falta de estudios, debe atribuirse dicha inferioridad, o serán nuestros criollos menos artistas y poetas que los mejicanos, colombianos y argentinos? No me atrevo a resolver el problema por temor de errar. Queda planteado, sin embargo. Hay que atreverse de una vez por todas con el mito de la riqueza literaria del Perú, porque de nada aprovechan las mentiras y las ilusiones. La verdad seca, ruda, amarga, sin ambages ni rodeos estimula, corrige y levanta. Mi opinión podrá ser equivocada, pero es sincera. ¡Ojalá vengan pronto a desmentirlas los de la generación presente, en la cual tengo grande y fundada confianza!


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