Читать книгу Paisaje de la mañana онлайн | страница 21
El clavel no florecía.
No florecía el clavel.
Se puso triste la luna
y los luceros también.
Todos como en una ronda
alrededor del clavel:
“Clavel, clavel, clavelito,
danos tus flores, clavel”.
El clavel no florecía.
No florecía el clavel.
Mandaron un emisario
para que llamara al sol.
El capitán de los astros
al clavel ordenó:
“Florece. Yo te lo ordeno.
Florece. Lo mando yo”.
El clavel no florecía.
No florecía el clavel.
Todos como en una ronda
llenos de rabia y de hiel:
“Arrojemos al rebelde.
Arrojemos al clavel”.
Montado en una paloma
marchó al destierro el clavel.
La paloma dijo: “¿A dónde?”.
“A donde quieras”, dijo él.
Junto a un río se posaron
la paloma y el clavel.
Llegó un niño que al mirar
sin una flor al clavel,
le dibujó muchas flores
de colores y pincel.
Así floreció el rebelde
que no quiso florecer.
Dicen que ahora la luna
está aprendiendo a pintar
y su maestro es un niño
que apellida Gauguin.
Jorge Díaz Herrera, Parque de las leyendas, 1977 (pp. 19-21).
El lenguaje literario
El lenguaje literario entreteje los hilos más variados de la palabra oral o escrita —provenientes de la ciencia, el academicismo o la jerga callejera—, con la finalidad de configurar un discurso complejo que produzca sentidos y sensaciones intensas en sus receptores. Cumple, por lo tanto, una función importante en la sociedad y la historia de la humanidad. Mencionaremos alguno de sus rasgos:
• Lo que identifica a la literatura es el lenguaje como forma singular de expresión —esa sensación de ambigüedad y extrañamiento que experimente el lector—, no por las buenas intenciones ni los valores morales del autor.
• Es un discurso ficcional; es decir, no refleja ni copia la realidad sino que funda su propia realidad merced a las palabras.
• Como ficción, la literatura instaura universos posibles con su propia lógica. Deben ser espacios coherentes y verosímiles, no veraces.
• Es el concepto de verosimilitud lo que establece una relación comunicativa con el lector; a este vínculo entre emisor del texto y receptor lo denomina pacto ficcional.