Читать книгу Paisaje de la mañana онлайн | страница 32

Más adelante reivindica la literatura de origen popular como “fuente inagotable” para el género y recuerda una reveladora anécdota vinculada al gran escritor ruso León Tolstoi:

Muy conocida es la respuesta de la nieta de León Tolstoi al preguntársele si le gustaban los cuentos escritos por su insigne abuelo: –Sí, pero me gustan más los que me cuenta mi nodriza–. O sea, el pueblo. (Izquierdo Ríos, 1969, pp. 14-15)

Lo que sorprende, en la larga relación que ofrece de las creaciones populares —bastante desordenada, por cierto—, es la exaltada opinión que le merece la obra de Walt Disney; cuando los sectores intelectuales de aquellos años más bien anatemizaban la figura del director norteamericano, considerado un colonizador de la ideología dominante2. En la segunda parte del libro, Izquierdo Ríos (1969) ingresa al terreno peruano y lamenta la precariedad del universo cultural relacionado a la infancia: escasez de revistas y libros adecuados, tendencia a imitar lo foráneo y a predicar discursos didácticos, ausencia de editoriales especializadas y de estímulos para el escritor. “Escritores tenemos y buenos, pero muchos de ellos se frustran o no rinden todo aquello de lo que son capaces…”; y reclama, una vez más, el auxilio del inestimable acervo cultural para nutrir nuestra literatura infantil. Literatura que debe mostrar el escenario social del país, el drama humano de nuestro pueblo, sin falsificaciones ni edulcorantes pues el “niño se educa para la vida real”.

A manera de ejemplos donde confluyen la lealtad artística y el compromiso con la realidad, Izquierdo Ríos (1969) nombra escritores cuyas obras están entrelazadas de paisaje, aventura popular y episodios históricos: Carlota Carvallo de Núñez, con Rutsi, el pequeño alucinado (1947); María Wiesse de Sabogal, con Quipus (1936) y El mar y los piratas (1947); Arturo Jiménez Borja, con Cuentos peruanos (1937) y Cuentos y leyendas del Perú (1940); José María Arguedas, con Mitos, leyendas y cuentos peruanos (1947); Abraham Arias Larreta, con Rayuelo (1938) y Teatro infantil (1941); José Portugal Catacora, con Niños del Kollao (1937) y Los niños que fundaron un imperio (1943); entre muchos otros, tantos que nos hace dudar de la insuficiencia del género y revela, sin duda, el saber y la atención de Izquierdo Ríos.


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