Читать книгу Paisaje de la mañana онлайн | страница 31

Dos años después la Casa de Cultura del Perú, hoy Ministerio de Cultura, publica La literatura infantil en el Perú (1969) de Francisco Izquierdo Ríos. Es un libro pequeño y de valor inapreciable, tanto por su contenido ensayístico como antológico, que resulta incomprensible que no haya sido reeditado en este medio siglo transcurrido. La primera parte del libro se abre con una pregunta crucial: “¿Existe literatura para niños en el Perú?”. Izquierdo Ríos no se distrae en disquisiciones sobre “literatura infantil” o “literatura para niños”, su preocupación fundamental es qué poner en manos del pequeño lector para que capture su interés y su complacencia: “La literatura infantil —afirma— debe proporcionar al niño un alto goce estético, despertando en él amor profundo por la Naturaleza, por la Vida, por la Patria, por la Humanidad”.

Gracias a su vocación por la docencia —y también a pesar de ese compromiso—, el autor comprende y advierte que las virtudes de la literatura van por caminos distintos a las estrategias pedagógicas. Cruzarlos, confundir sus improntas, es un error que volatiliza la lección del aula y estorba:

la captación espontánea del pequeño y ansioso lector. Los niños deben interpretar la naturaleza de los temas sintiéndolos, gozándolos con amplia libertad, a sus anchas. Ya la literatura infantil con moraleja al pie de las composiciones debe pasar a la historia. (Izquierdo Ríos, 1969, p. 8)

Lamenta el oficio censor de muchos maestros y reivindica el papel del niño como descubridor de sus temas de interés, teniendo, desde luego, al maestro como atento acompañante y guía. De esa conjunción de vivacidad infantil y miramiento adulto se consigue un estado mágico que sella el concepto que tiene el autor: “La literatura infantil es recreativa y educativa a la vez. Una composición, cual sea ella, influyendo en la sensibilidad del niño, está educándolo” (Izquierdo Ríos, 1969).

Sobre la base de la valoración del adulto, que disfruta y pondera los alcances de la literatura infantil, Izquierdo Ríos hace una revisión de los mejores ejemplos de la literatura universal. Menciona una gama de testimonios ajenos a toda expresión “de ñoñeces, de infantilismos y de puerilidades”: desde los cuentos populares europeos y los cantares de gesta, hasta narradores modernos de la envergadura de Antón Chejov, Óscar Wilde y Horacio Quiroga. Relación de nombres que revelan su apertura de ilustración y discernimiento, pues hace la salvedad de los riesgos perturbadores que representan algunos libros; Las mil y una noches o El Decamerón, verbigracia.


Представленный фрагмент книги размещен по согласованию с распространителем легального контента ООО "ЛитРес" (не более 15% исходного текста). Если вы считаете, что размещение материала нарушает ваши или чьи-либо права, то сообщите нам об этом.