Читать книгу Destruir la naturaleza para rediseñar el territorio онлайн | страница 3
Es posible que esta dirigencia del Valle del Cauca, de principios de siglo XX, no percibía que las obras realizadas en la construcción del territorio produjeran daños en la naturaleza. Esos daños, y sus efectos a largo plazo, hoy se pueden observar con mayor claridad por la ventaja de la distancia temporal respecto a los primeros años del siglo XX, así como por la acogida que, durante las últimas décadas, y poco a poco, están teniendo los discursos ambientales y ecologizados, que han impregnado de algún modo unos imaginarios sociales sobre ver y percibir el mundo en su propia naturaleza.
Durante ese mismo siglo, la construcción territorial del Valle del Cauca se fue desarrollando, mientras surgía con fuerza en el mundo la racionalidad ambiental, las organizaciones internacionales ambientales, las políticas y los marcos normativos de protección de la naturaleza. Por ello, con la ventaja que hoy existe, los procesos de intervención territorial deben hacerse teniendo en cuenta los nuevos marcos normativos y de responsabilidad con el planeta. No podría pedírsele a esos hombres y mujeres impulsores de este modelo territorial y económico en el valle del río Cauca de finales del siglo XIX y principios de siglo XX, lo que sí se debería pedir hoy a la alta dirigencia local, regional y nacional.
No podría suceder que, con todo este contexto actual, en donde lo ambiental y ecológico deben estar presentes como principios éticos y de responsabilidad, se permitieran decisiones que produjeran daños ecosistémicos irreparables. Por ello, es muy importante la vigilancia que pueda ejercer la sociedad civil, los intelectuales y académicos, las comunidades y pueblos, así como los grupos políticos y movimientos sociales, por evitar un mundo que vaya rumbo a la destrucción. Vigilantes no solo de los proyectos y programas implementados y sus respectivos efectos socioambientales, sino también de los discursos y argumentos, y de todo el mercado lingüístico, del que se apropian los agentes destructores de vida, para legitimar y lograr sus intereses basados en el reduccionismo económico de la existencia. Es muy importante la acción colectiva que defiende la tierra, el agua, los boques, así como las propuestas y alternativas frente a los modelos destructores de vida.