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Pedro Romero Alemán
Universidad San Francisco de Quito USFQ
Dora de Ampuero
Instituto Ecuatoriano de Economía Política, IEEP
La dolarización no es un tipo de cambio fijo sino un nuevo sistema monetario financiero
Han transcurrido dos años desde que el gobierno del Ecuador anunció que el dólar de los Estados Unidos reemplazaría el sucre como unidad de cuenta y medio de cambio. Con esta medida, el gobierno del presidente Jamil Mahuad intentó detener la debacle económica que atravesaba el país por efectos del grave deterioro del poder adquisitivo del sucre y la pérdida de confianza de la ciudadanía en la moneda oficial. La decisión de dolarizar se efectuó a pesar de la reticencia del Fondo Monetario Internacional, los bancos multilaterales y muchos “expertos” nacionales y extranjeros, que indicaron que el Ecuador no reunía los requisitos necesarios para adoptar un sistema de cambio fijo. Sin embargo, al cabo de dos años, se muestran resultados positivos en lo que respecta a estabilidad monetaria, reducción de la inflación y las tasas de interés y la recuperación de la confianza del público en una moneda estable.
Al principio no se entendía que al dolarizar cambiarían las perspectivas de los agentes económicos, que la gente al tener dólares iba a tener más confianza en la moneda y que el gobierno había perdido la posibilidad de imprimir su propio dinero. Esto es ya generalmente aceptado, sin embargo, lo que no se ha comprendido plenamente es que la dolarización no es simplemente un régimen de cambio fijo sino que es un sistema monetario-financiero que abre posibilidades al Ecuador no solo de mantener internamente una inflación de un solo dígito, sino de integrarse financieramente al mundo, al mercado de capitales.
Un elemento fundamental e inherente al sistema de dolarización es la integración financiera —ver “Ideas de libertad” n.o 67— que desafortunadamente no se implementó al mismo tiempo que la dolarización. La misma se basa en permitir la entrada de bancos privados internacionales que sirvan de intermediarios entre el mercado local y el mercado internacional de capitales; es decir, que los bancos puedan asignar indistintamente sus fondos financieros al interior o exterior del país. De esta manera, nuestro sistema financiero se podrá integrar al sistema financiero internacional.